... "Argentina es como una vaca lechera, a la que se la ordeña todos los días pero no se la alimenta como corresponde".
. Esta frase puede sintetizar el sentir de muchos argentinos a raíz de los incesantes pedidos de paz social que imperan en el país, de sectores bien diferentes que demuestran su preocupación por la tensión que reina ante conflictos repetitivos o renovados.
. Son muchos, pero a modo de simples apuntes:
- Los maestros hacen huelga y tienen razón: ganan poco en relación a la responsabilidad que tienen y a más de las horas que le brindan a la profesión en un colegio;
- Los trabajadores de automotrices paran y tienen razón: son suspendidos o pierden fuentes laborales por la recesión económica;
- Los relacionados a la industria pesada no trabajan, simplemente porque cayó abruptamente la demanda de sus productos;
- Los ruralistas suman huelgas, del lado patronal, disconformes con la política de Estado que les recorta rentabilidad;
- Diferentes grupos piqueteros en todo el país retrasan a diario el paso de vehículos y ocupantes, en calles y rutas, en reclamo de mejores planes familiares o de ayudas humanitarias, que despojados de intereses políticos son entendibles:
- Los médicos municipales hacen paro, porque el ingreso de bolsillo no refleja sus merecimientos, que se suman a trabajadores de la salud en general;
- Comunidades indígenas hacen sus protestas por deslealtad e intereses quitados;
- Estudiantes hacen oír sus voces, por falta de infraestructura para mejores carreras.
. Y la lista sería interminable, sólo alcanza con leer los matutinos a diario y encontrar una larga lista de paros sectoriales o sindicales.
. Todo suma para hacer aumentar la temperatura ambiente, pero casi nada ayuda a la concordancia de entendimiento y diálogo, sustentos elementales entre partes díscolas o enfrentadas.
. Hasta se alienta la pelea de todos contra todos, pero en los estratos más débiles o vulnerables de la sociedad.
. Indefectiblemente es momento de pausa, tanto de gobernantes como gobernados, para despojarse de mezquindad y pensar en el bien común de cara al futuro relativamente truculento que nos depara.