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Presión fiscal

Cada vez son más los trabajadores que pagan impuestos a las ganancias, lo que tiende a reducir el poder adquisitivo por la reabsorción que implica la alta inflación real.

La falta de actualización a los topes mínimos en las escalas impositivas hace que cada vez más gente esté comprendida en los aportes, lo que se denomina comúnmente impuesto al trabajo.

Los aumentos acordados en paritarios no ayudan si el Gobierno no rebaja el tributo que aplica a los salarios, ya que provoca que parte de las modificaciones queden en manos del fisco.

El mínimo no imponible y las asignaciones familiares se ven agravadas, con impuestos que hasta sumergen a los magros salarios docentes, entre los más relevantes.

No obstante, la realidad en 25 de Mayo tiene sus aristas particulares que las esbozamos párrafos abajo.

La urgencia por mantener los niveles de recaudación fiscal hace que Argentina se encuentre entre los países donde más impuestos se pagan, como en la zona escandinava, pero se reciben algunos servicios como en los países más empobrecidos.

Por ejemplo, un trabajador asalariado formal en la Argentina que tenga un ingreso neto de bolsillo de 6.045 pesos por mes debería trabajar 171 días para pagar todos los impuestos que los diferentes niveles de la administración le cobran, nacionales, provinciales y municipales.



Los datos surgen de un trabajo que todos los años realiza el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), que mide la presión impositiva con la que convive un empleado en relación de dependencia.

Por su parte, otro trabajador que percibe 5.700 pesos en bruto por mes, paga el 12 por ciento de impuestos a las ganancias y no cobra asignaciones familiares. A esto hay que restarle las cargas sociales, entre otros rubros.

Según datos del gobierno, sólo al 19 por ciento de los trabajadores de Argentina están comprendidos en el impuesto a las ganancias. Esta realidad se corrobora en ciudades como la nuestra, 25 de Mayo, donde el salario promedia los 2.500 pesos por mes (unos 560 dólares).

Con esta última escala, muchos argentinos deben pelearla mensualmente para afrontar el alquiler de su casa, la compra de alimentos, la indumentaria para sus hijos y otros gastos generales. O sea, no llega a completar la cantidad de días hábiles del mes con dinero en sus bolsillos.

Por todos estos puntos, muchos prefieren vivir de los subsidios, no trabajar o hacerlo de manera informal, en medio de una jugada política de la dirigencia de turno junto a una feroz pelea interna del peronismo.

Salvo en el 2009, por la crisis global, el gobierno kirchnerista siempre modificó la escalada del mínimo no imponible, salvo que en este 2012 la economía argentina está llena de restricciones.

Argentina se debe una reforma impositiva general, sin embargo, pasa el tiempo y no aparecen caminos para solucionar un verdadero problema de fondo.