Los mercados mundiales se desplomaron como respuesta a la rebaja en la calificación crediticia de Estados Unidos, provocando pánico e incertidumbre entre los ahorristas financieros por un reciente tembladeral político en la mayor economía del planeta.
Pesan los indicadores de esa economía decreciente. Muchos medios periodísticos se hicieron eco de la noticia de crisis, como otrora ocurriera en la recesión estadounidense del 2008 o con el histórico caos en nuestro país a fines del 2001 e inicios del 2002.
Por contagio, los papeles bursátiles argentinos se desplomaron este segundo lunes de agosto por la masiva decisión de los inversionistas de escapar de los activos de riesgo.
La bolsa de Buenos Aires anotó sus mayores pérdidas desde octubre del 2008, con casi un 11 por ciento, cuando en aquel entonces el gobierno decidió estatizar los fondos de pensiones.
También la deuda pública sufrió uno de los peores derroteros desde la primera parte del 2009, con caídas de hasta un 9 por ciento tope.
La compra de divisas estadounidenses obligó al Banco Central a vender unos 240 millones de dólares para frenar cualquier intento bajista del peso, en una de las mayores intervenciones en los últimos tres años.
El banco oficial logró nivelar la moneda en 4,155 por dólar mayorista, con un valor marginal superior a las 4,30 unidades.
Parece irracional e increíble, pero el argentino con ahorro siempre se cubre con el dólar cuando el país emisor tiene comprometido en un 100 por ciento su Producto Bruto Interno (PBI) con emisión de deuda.
La incredulidad se refleja en el valor del oro hasta niveles récord en alza.
Es momentos de dejar a los grandes jugadores en la cancha, porque en medio de semejante turbulencia, el pequeño o mediano inversor tiene todas las chaces de perder por falta de estructura y capacidad de liquidez.
De manera inmediata, a la economía real y al hijo de vecino que pelea por centavos para llegar a la quincena, nada afecta.
NdeR: ampliación de tema con reportes del periodista veinticinqueño Jorge Otaola (Corresponsal Reuters).
# Leer nota financiera de agencia internacional
# Ver video con perspectiva semanal de activos argentinos
Pesan los indicadores de esa economía decreciente. Muchos medios periodísticos se hicieron eco de la noticia de crisis, como otrora ocurriera en la recesión estadounidense del 2008 o con el histórico caos en nuestro país a fines del 2001 e inicios del 2002.
Por contagio, los papeles bursátiles argentinos se desplomaron este segundo lunes de agosto por la masiva decisión de los inversionistas de escapar de los activos de riesgo.
La bolsa de Buenos Aires anotó sus mayores pérdidas desde octubre del 2008, con casi un 11 por ciento, cuando en aquel entonces el gobierno decidió estatizar los fondos de pensiones.
También la deuda pública sufrió uno de los peores derroteros desde la primera parte del 2009, con caídas de hasta un 9 por ciento tope.
La compra de divisas estadounidenses obligó al Banco Central a vender unos 240 millones de dólares para frenar cualquier intento bajista del peso, en una de las mayores intervenciones en los últimos tres años.
El banco oficial logró nivelar la moneda en 4,155 por dólar mayorista, con un valor marginal superior a las 4,30 unidades.
Parece irracional e increíble, pero el argentino con ahorro siempre se cubre con el dólar cuando el país emisor tiene comprometido en un 100 por ciento su Producto Bruto Interno (PBI) con emisión de deuda.
La incredulidad se refleja en el valor del oro hasta niveles récord en alza.
Es momentos de dejar a los grandes jugadores en la cancha, porque en medio de semejante turbulencia, el pequeño o mediano inversor tiene todas las chaces de perder por falta de estructura y capacidad de liquidez.
De manera inmediata, a la economía real y al hijo de vecino que pelea por centavos para llegar a la quincena, nada afecta.
NdeR: ampliación de tema con reportes del periodista veinticinqueño Jorge Otaola (Corresponsal Reuters).
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