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Futurología verde

Un goteo en la salida de capitales y la dolarización de los ahorristas previo a las elecciones presidenciales, son temas de análisis por sus consecuencias en medio de una economía dinámica por sectores y con el arrastre de una historia para nada favorable.

Algunos lo toman como moneda corriente, pero en lo profundo pueden tener consecuencias devastadoras.

No resultó casualidad que el gobierno dijera días atrás que desaconseja la compra de dólares a favor de un aliento al reducido mercado de capitales propio.

Oficialmente se trata de evitar un debate público que aumente la desconfianza sobre el futuro del peso, o como en la jerga se pregunta: qué pasará con el dólar?

Cierto aspectos políticos y económicos ocasionan desconfianzas del público y con ello la avidez de los inversionistas o ahorristas por los billetes estadounidenses.

Se genera la expectativa de un ajuste cambiario para fin de año, o sea con el resultado del acto comicial conocido.

Por cobertura previa a las elecciones hay una brisa favorable a la depreciación de la moneda argentina y esto genera una demanda de dólares adicional a la normal. Esto ocurre en medio de una incierta conducta de la economía estadounidense y la opción por el oro.



Mediante diferentes caminos, por ejemplo, operadores financieros calculan que existe una fuga de capitales desde Argentina no menor a los 1.500 millones de dólares mensuales.

Según agentes bancarios ocurre una cuestión contundente: se volvió a comprar dólares porque los ahorristas perciben un atraso en el tipo de cambio y especulan con un sinceramiento en el futuro.

También persiste el temor por la falta técnica para reducir la inflación y hacer más competitiva la economía sin atacar el dólar.

El argentino está acostumbrado a hablar y a entender de economía por todas las crisis de las últimas décadas, con devaluaciones e hiperinflaciones catastróficas en lo social e impronta en los gobiernos de turno.

Mientras el gobierno actual aspira a ser reelecto de acuerdo a las encuestas, la sumatoria de dólares para las arcas del Estado seguirá vigente ya que así mantendrá los cuantiosos subsidios a favor de servicios públicos y otros menesteres.

Esto tiene un agravante: primero, la tergiversación de la realidad, y segundo, siempre resultan beneficiados los que más tienen -porque proporcionalmente pagan menos- en desmedro de los muchos necesitados.

El vuelco a la dolarización puede ser un indicio hacia el 2012, cuando se habla que el país puede volver al endeudamiento externo. Todavía no superamos los comicios de octubre cuando otros políticos ya piensan en las presidenciales del 2015.

Son contados los que pueden pedir una devaluación, pero hay coincidencia en exigir contención en los precios para mejorar la competitividad de la economía. Algunos errores políticos juegan en contra.

La ausencia legislativa del presupuesto nacional 2011 es uno de esos errores, porque impide la transparencia y la asignación racional de recursos, generando distorsiones. Todo le facilita al gobierno el encubrimiento de gastos y partidas.

Queda la sensación del despilfarro frente a la sumatoria de dudas, lo que juega a favor de un peso argentino lentamente cada más debilitado. En otras palabras, el dólar subirá, hay que ver si por la escalera -como marcan las proyecciones- o por el ascensor.