- La libertad de expresión que se goza en Argentina, es tomada por algunos con abuso e irresponsabilidad, bajo el escudo de un anonimato propio de pusilánimes.
. La civilización nos permite coincidir o disentir, y es en esa igualdad de conceptos o diferencias de criterios que la vida nos otorga la posibilidad de crecer.
. Con la masividad de internet, hemos observado trabajos elogiosos que rozan lo profesional, con responsables que asumen compromiso, pero también la oportunidad es aprovechada por algunos inescrupulosos para atacar, confundir, mentir y herir desde la clandestinidad.
. Aparentemente -y afortunadamente- son pocos los que han optado por el último camino, pero no deja de ser preocupante, confuso e injurioso.
. Intriga y felonía con que estos detractores intentan denigrar.
. Algunos disfrutan de la desgracia ajena, se burlan de propios y extraños. Si no fuera suficiente el peso de la ley, no olvidemos la voluntad divina que siempre llega para el que hace de la maldad, una práctica o costumbre.
. Como abuelos, padres, hijos o simples defensores de la comunicación leal, advertimos de la presencia de retractores en las tinieblas.
. No se trata de un fenómeno nuevo, aunque sí creciente. Al que le quepa el sayo, que se lo ponga.
. En todo orden de la humanidad, identificadas las partes, la palabra respetuosa todo lo puede.