- Pasan los días, las semanas y, por ende, los meses sin que se haga poco o nada. Ya no son sensaciones o percepciones, lamentablemente son realidades crueles e inhumanas.
. Hablar de inseguridad en los grandes centros poblacionales de Argentina se ha convertido en un tema tan recurrente que se ha transformado en algo común, una de las peores cosas que le puede suceder a la sociedad.
. Se asesina a un semejante por cualquier excusa, se desprecia la vida, no existe compasión ni misericordia, solamente hay sed de lograr a cualquier precio lo que le pertenece al otro.
. Hoy se muere a manos de un menor drogado por buscar robar 20 pesos o un automóvil común, o se queda con diferencias físicas especiales a raíz de las lesiones sufridas en un asalto.
. Se multiplican los hurtos, crecen los muertos por robos, asciende la violencia genérica y denigrante.
. Ya no importa la edad de la víctima ni el modo en que se concreta el delito. Tampoco el ámbito, si es público o privado, parece la cara del “vale todo” de la perinola.
. Debería haber límites reales, pero la sucesión de hechos nefastos supera cualquier protección.
. Las leyes no alcanzan, miles de componentes de las fuerzas de seguridad se ven superados en su honestidad, decenas de políticos se jactan de hablar en la teoría sobre innovaciones, pero se siguen perdiendo valiosas oportunidades.
Escalofriante
. El caminante común de la calle se siente desprotegido, gasta fortunas en medidas de seguridad vulnerables, está cansado de falsas promesas.
. Sólo en un año, los argentinos suman unos 10.000 millones de pesos (unos 2.625 millones de dólares) en seguridad privada, según datos estadísticos.
. Cualquier recaudo parece escaso. El humano derecho está detrás de las rejas, el delincuente tras su próxima presa.
. Mientras tanto, muchos gobernantes y legisladores tienen otras prioridades, no ven la cruda realidad que nos rodea, generalmente porque sus custodios les impiden sentir esa inseguridad de la que se renuevan las imágenes a diario.
. Una sombra genera miedo, ya no es simplemente un desconocido en actitud sospechosa.
. La historia latinoamericana dice que así se empezó en otros países para llegar a casos más traumáticos (secuestros masivos), por eso uno anhela que entre nosotros se pueda enderezar el eje central.
. No hay verso ni exageración, no hay rencor ni obsecuencia, hay urgencia por reclamar paz social desde los aspectos básicos de una ciudadanía que cumple masivamente con sus obligaciones.
. Los medios informativos muestran casos vergonzosos, tampoco el ocultamiento es saludable. . Hay impotencia entre millones de personas que se sienten “simplemente” desprotegidas. Queremos y necesitamos ser optimistas, confiamos en un futuro mejor como hijos, padres y abuelos.
. Al tema lo podemos comunicar, lo podemos publicar, pero no lo debemos archivar.
. Hablar de inseguridad en los grandes centros poblacionales de Argentina se ha convertido en un tema tan recurrente que se ha transformado en algo común, una de las peores cosas que le puede suceder a la sociedad.
. Se asesina a un semejante por cualquier excusa, se desprecia la vida, no existe compasión ni misericordia, solamente hay sed de lograr a cualquier precio lo que le pertenece al otro.
. Hoy se muere a manos de un menor drogado por buscar robar 20 pesos o un automóvil común, o se queda con diferencias físicas especiales a raíz de las lesiones sufridas en un asalto.
. Se multiplican los hurtos, crecen los muertos por robos, asciende la violencia genérica y denigrante.
. Ya no importa la edad de la víctima ni el modo en que se concreta el delito. Tampoco el ámbito, si es público o privado, parece la cara del “vale todo” de la perinola.
. Debería haber límites reales, pero la sucesión de hechos nefastos supera cualquier protección.
. Las leyes no alcanzan, miles de componentes de las fuerzas de seguridad se ven superados en su honestidad, decenas de políticos se jactan de hablar en la teoría sobre innovaciones, pero se siguen perdiendo valiosas oportunidades.
Escalofriante
. El caminante común de la calle se siente desprotegido, gasta fortunas en medidas de seguridad vulnerables, está cansado de falsas promesas.
. Sólo en un año, los argentinos suman unos 10.000 millones de pesos (unos 2.625 millones de dólares) en seguridad privada, según datos estadísticos.
. Cualquier recaudo parece escaso. El humano derecho está detrás de las rejas, el delincuente tras su próxima presa.
. Mientras tanto, muchos gobernantes y legisladores tienen otras prioridades, no ven la cruda realidad que nos rodea, generalmente porque sus custodios les impiden sentir esa inseguridad de la que se renuevan las imágenes a diario.
. Una sombra genera miedo, ya no es simplemente un desconocido en actitud sospechosa.
. La historia latinoamericana dice que así se empezó en otros países para llegar a casos más traumáticos (secuestros masivos), por eso uno anhela que entre nosotros se pueda enderezar el eje central.
. No hay verso ni exageración, no hay rencor ni obsecuencia, hay urgencia por reclamar paz social desde los aspectos básicos de una ciudadanía que cumple masivamente con sus obligaciones.
. Los medios informativos muestran casos vergonzosos, tampoco el ocultamiento es saludable. . Hay impotencia entre millones de personas que se sienten “simplemente” desprotegidas. Queremos y necesitamos ser optimistas, confiamos en un futuro mejor como hijos, padres y abuelos.
. Al tema lo podemos comunicar, lo podemos publicar, pero no lo debemos archivar.