Cuando llegan mis hijos y saludan
con su indiferencia limpia de chiquitos buenos,
recuerdo los días que junto a mis padres
corríamos dichosas las hermanas abrazando sueños.
Recuerdo a “Mamita”
cuando trabajando decíamos jugar,
y alegres, felices, creíamos tener todo
y no desear nada mas.
Los abuelos juntos,
los tíos, los primos,
y en las Navidades
entonces descansábamos.
Recuerdo compraban muchas cosas
para esas fechas,
dulces, caramelos, nueces, pan dulces y turrones,
no pedíamos nada, no sabíamos pedir nada.
Hoy es lo mismo,
yo no pido nada, nada, nada.
No pedir nada en lo material
ni codiciar.
Levanto mi mirada al cielo
y doy gracias a Dios por este hogar que tengo,
por estos, mis hijos, mi amor y mi esposo,
y recuerdo tanto mis lejanos días.
- (*) escrito a inicios de la década de 1970 -