. Argentina, un país emergente acostumbrado a pasar de las amargas crisis a bonanzas parciales, termina de marcar otro hecho inusual en la era contemporánea.
. Que un marido le traspase el mando de la presidencia a su esposa tiene muy escasos antecedentes en el mundo.
. La historia marcará que el patagónico Néstor Kirchner le colocó la banda a la bonaerense Cristina Fernández un 10 de diciembre del 2007, con la consolidación del proceso democrático recuperado en 1983.
. La recuperación de la economía de los últimos cinco años ha sido despareja con muchos sectores de la sociedad, donde la flamante presidenta de 54 años deberá poner la atención para hacer un país sin tantos marginados.
. “Cristina”, como se la conoce comúnmente, enfrenta desafíos inmejorables con un viento en popa que alienta la esperanza –como los precios internacionales de las materias primas-, aunque urge la necesidad de un seguimiento ciudadano para no dilapidar una nueva oportunidad.
. La presidenta deberá ser la responsable de ayudar a mejorar la calidad de vida con más educación, menos desempleo real, más dignidad, menos violencia social, más salud y menos hipocresía, entre otras pautas cotidianas mas allá de la inserción regional y mundial.
. Comandará los destinos argentinos durante el bicentenario del país (2010) tras superar el primer cuarto de siglo desde la restitución de la democracia.
. Se trata del inicio de una etapa, la que se comenzó a esbozar desde las elecciones nacionales a fin de octubre con el valor del voto popular.
. La foto que acompaña esta reflexión también tendrá su lugar anecdótico, ya que Fernández se ve sorprendida por un involuntario empujón de un fotográfico a la hora de votar en la santacruceña Río Gallegos, ante la mirada de la prensa reflejada en el plano nacional e internacional.
