Las
caminatas y las bicicleteadas son dos de los placeres que gratifican por las
calles de 25 de Mayo, beneficiosos para la salud e interesante para descubrir
otras virtudes y defectos de la ciudad.
Sin
embargo, ese gusto personal se contrapone con los riesgos que se debe
enfrentar ante una inmensa cantidad de
perros sueltos, en algunos casos callejeros y en otros de propietarios que los
dejan en las veredas por tiempo determinado.
El peligro
no tiene zona, porque tanto en pleno centro como en los alrededores se presenta
la problemática, siendo más preocupante en horas de la noche por calles con
escasa luz.
Esos
animales no son los culpables, siempre están las personas mayores detrás que
parecieran impunes a los hechos.
El
desconocimiento de quien camina o pedalea radica en la dudas sobre la salud de
esos perros. Generalmente se desconoce su dueño y el estado sanitario.
Por
ejemplo, en plena esquina de los bancos, los perros corren a coches y
ciclistas, en la zona de la Laguna Mulitas y en el Acceso Illia hay quintas
donde se deben tomar recaudos, e incluso recientemente a metros de calle 23
esquina 10 una mujer sufrió un accidente por el mismo tema.
La
responsabilidad debería comenzar por los dueños de esos perros y luego seguir
por la órbita política, ya que las complicaciones pueden terminar con
resultados nefastos en cualquier momento.