Dejó su vida por los ideales, esos legados a favor de una amplia mayoría de la sociedad aunque siempre son tardíos los reconocimientos.
Pudo no gustar la forma, pero los resultados políticos en las urnas están a la vista: su esposa termina de ser reelecta por un histórico nivel superior al 50 por ciento de la ciudadanía.
La muerte de Néstor Kirchner hace un año unificó algunos criterios dentro del siempre mutante Peronismo y del heterodoxo Justicialismo, sin el cual pareciera que es difícil gobernar en Argentina.
Construyó poder prácticamente de la nada, acomodándose a las circunstancias que más le favorecían de acuerdo al momento del país, desde la época de alcalde en la patagónica Río Gallegos hasta la que logró como respaldos para ocupar la presidencia de la Nación.
Duro de carácter para quienes lo conocieron y tozudo en momentos difíciles, demostró personalidad durante el manejo de la reestructuración de la deuda externa, el trato con los organismos internacionales y durante la tensionante crisis con el campo.
Dejó flancos abiertos, principalmente en el frente económico y social, como la inflación subyacente y la indigencia. Reconocer la realidad no es pecado, al contrario, ayuda para buscar soluciones.
Los pasos del creciente “kirchnerismo” llegaron a todos los rincones, donde por ejemplo se sintieron en 25 de Mayo durante las últimas elecciones con un Peronismo más unido, que le permitió pelear voto a voto por la Intendencia.
Algunos analistas dicen que siempre son circunstanciales los arreglos dentro del Justicialismo, pero el mapa de los últimos comicios es tan rotundo por el aval que habría que aconsejar un mayor criterio y énfasis en una oposición disgregada.
La utopía de “EL” quedó en Cristina Fernández, mal que pese entre quienes no comulgan con la ideología del populismo. Es de bien reconocer méritos.
Se deben remarcar medidas desacertadas del gobierno desde mayo del 2003, pero no se puede ignorar actualmente el poder de convocatoria y de arrastre que construyó el ahora recordado ex presidente.
Pudo no gustar la forma, pero los resultados políticos en las urnas están a la vista: su esposa termina de ser reelecta por un histórico nivel superior al 50 por ciento de la ciudadanía.
La muerte de Néstor Kirchner hace un año unificó algunos criterios dentro del siempre mutante Peronismo y del heterodoxo Justicialismo, sin el cual pareciera que es difícil gobernar en Argentina.
Duro de carácter para quienes lo conocieron y tozudo en momentos difíciles, demostró personalidad durante el manejo de la reestructuración de la deuda externa, el trato con los organismos internacionales y durante la tensionante crisis con el campo.
Dejó flancos abiertos, principalmente en el frente económico y social, como la inflación subyacente y la indigencia. Reconocer la realidad no es pecado, al contrario, ayuda para buscar soluciones.
Los pasos del creciente “kirchnerismo” llegaron a todos los rincones, donde por ejemplo se sintieron en 25 de Mayo durante las últimas elecciones con un Peronismo más unido, que le permitió pelear voto a voto por la Intendencia.
Algunos analistas dicen que siempre son circunstanciales los arreglos dentro del Justicialismo, pero el mapa de los últimos comicios es tan rotundo por el aval que habría que aconsejar un mayor criterio y énfasis en una oposición disgregada.
La utopía de “EL” quedó en Cristina Fernández, mal que pese entre quienes no comulgan con la ideología del populismo. Es de bien reconocer méritos.
Se deben remarcar medidas desacertadas del gobierno desde mayo del 2003, pero no se puede ignorar actualmente el poder de convocatoria y de arrastre que construyó el ahora recordado ex presidente.
