La campaña política tiene como base la transmisión de mensajes para
atrapar la atención del votante.
El militante suele seguir convicciones, mientras que el vecino común
busca defender principios y votar por las propuestas de los candidatos.
En ciudades como 25 de Mayo, se agrega el conocimiento personal de quien
se postula para un cargo, lo que hace más profunda la decisión cívica.
Mirada con humor |
En este contexto, el rol del periodista es informar, más allá de su
ideología, la que puede mantener y hacer pública, pero separando en todo
momento noticia de opinión.
Especialmente en la actual etapa se intensifican conductas periodísticas
que laboralmente no corresponden: omitir candidatos, hacer campaña encubierta
y/o recibir favores económicos.
Publicitariamente es correcto que un medio paute con el candidato, pero
no es leal inclinar la balanza para un mismo lado por conveniencia a futuro.
Que se haga no significa que esté correcto. La independencia de
criterios es la base de toda sana comunicación.
No importan los nombres, importa de manera suprema el receptor del
mensaje para no dejarse confundir.
Una cosa es la tranquilidad de conciencia, aunque uno se equivoque, y
otra es la tergiversación parcial de la realidad por la circulación de favores
solventados o compromisos espurios.
Lamentablemente no será ni la primera ni la última vez que un periodista reciba incentivos para ayudar a una campaña política, y lo reprochable es el engaño
público que no siempre se diferencia.