- Por Clarisa D'Angelo (*)
. Comienzo estas líneas sin tener una idea puntual y concreta sobre lo que voy a escribir.
. Comienzo pensando que esta nota puede ser una forma de canalizar y dejar plasmado en algún lado lo que mi cabeza está generando en este momento.
. Como muchas otras cosas, por no decir todas, esta nota tiene un futuro incierto.
. ¿De qué sirve planificar? ¿Se puede tener todo meticulosamente planeado y organizado siendo parte de un mundo donde ante cualquier sacudón todos nos movemos?.
. ¿El tan conocido efecto dominó puede tocar nuestras piezas y dejarnos sin nada de un momento para el otro?.
. La respuesta es si, por eso me considero una fiel seguidora de la espontaneidad y la improvisación, una fan del dejarlo ser y una amante de la fluidez de las cosas.
. Cuesta y mucho pero ... ¿quién dijo lo contrario?, cuesta no pensar, cuesta no soñar por demás y hacernos ilusiones con lo que verdaderamente queremos.
Charla
. Siempre aconsejo a mis amigos y les digo: "No piensen tanto todo, si tiene que ser será y sino es porque no tenía que pasar", pero, como todo, es fácil decirlo cuando sale de la boca para afuera y no te tiene como protagonista, pero cuando la situación te toca de cerca te pincha tus intereses y te rasguña tus metas es difícil no mezclar la cabeza y el corazón, la mente y el alma.
. Es difícil no confundir lo que queremos que pase con lo que debe pasar y ahí es donde uno se choca de cerca con la realidad, con esa realidad que nos demuestra, una vez más, que por más que tengamos un plan “B” es la fuerza del destino y la conjunción de los hechos la que determina el curso de las cosas.
. La rutina te organiza, pero te aburre, te transforma en una persona vacía, predecible y sumamente factible. Una persona a la que es fácil lograr que tambalee porque basta con correr de lugar una pieza para que quede totalmente desconcertada buscando su norte.
. Hablo de una persona que nunca experimentará cosas nuevas por temor a no saber como manejarse ante lo desconocido.
Algo falta
. Esa clase de gente no tiene magia, no posee encanto. No permite que la adrenalina y el vértigo hagan de las suyas. No saben lo que significa prueba y error y muchos menos lo que significa la frustración.
. Porque se quedan en lo seguro, en lo conocido, en esas cosas en las que se consideran aptos, que le permiten jactarse de logros conseguidos y demostrar superioridad.
. Esas situaciones que les permiten señalar, con una facilidad asombrosa, con el dedo a los demás y etiquetar de mediocre a todo aquel que emprendió un nuevo camino, erró se cayó y ahora está intentando tomar fuerza para seguir.
. Esas situaciones con las que se regocijan diciendo que es delirante toda aquella persona que busca cosas nuevas y que no tiene techo para la imaginación, esas personas que creen en su capacidad y su talento, esas personas que se animan a correr los límites y a instaurar otros nuevos.
. Esas personas que si no existirían, la vida no sería lo interesante e impredecible que es.
(*) Estudiante de Comunicación Social en TEA (Taller Escuela Agencia), oriunda de Bragado y amante del periodismo.