- Las quejas se suman y los beneficios son cada vez menores para los miles de pasajeros que a diario utilizan el transporte público subsidiado en la Capital Federal y sus alrededores.
. Se viaja mal y cada vez peor. Se justifica la bronca, pero se repudia la delincuencia.
. Nada avala que por las habituales demoras en los servicios, las cancelaciones y los cambios de horarios, un grupo determinado de “supuestos usuarios” tome la decisión de incendiar una formación ferroviaria para confrontar.
. Un ejemplo se tuvo esta semana en el oeste del Gran Buenos Aires, pero no ha sido la única vez en los últimos dos años. Todo se potencia porque siempre fueron actos acompañados de desmanes y saqueos.
. Cada una de las partes tiene responsabilidad, desde la prestataria para cumplir su compromiso, el gobierno para controlar y el usuario para cuidar.
. No se quema capital de una empresa concesionaria de ese servicio público, en realidad se quema parte del patrimonio de un país porque son unidades del Estado, las que sostenemos entre todos los contribuyentes de impuestos.
. Los que pagan por esos actos delictivos son los propios pasajeros de los servicios públicos de transporte, que ven a diario como frente a menos colectivos o formaciones ferroviarias, las esperas son más prolongadas y la forma de viajar empeora con los días.
. Se requiere de la reflexión y la actuación a conciencia de cada uno de los actores involucrados.
. La irracionalidad va de la mano del vandalismo y ninguna de las dos situaciones son buenas consejeras.
. Sobran ejemplos en todos los sentidos de la realidad.